La historia de cómo el histórico álbum, que ha cumplido 25 años y pronto será reeditado en un set de tres discos, fue falseada por la respuesta violenta, “Wacko Jacko”, contra la estrella del pop.
1ª parte:
En la cumbre de su fama, Michael Jackson desapareció.
En 1984, parecía estar en todas partes: En MTV y en los anuncios de Pepsi, en los Grammy y en la Casa Blanca, en Rolling Stone y en la revista Time y por todo Estados Unidos con el Victory Tour. El siguiente año, sin embargo, aparte de una breve aparición en “We Are The World”, no se le vio en ninguna parte. “El año 1985”, escribió Gerri Hirshey para Rolling Stone, “ ha sido un agujero negro para los seguidores de Michael, que fueron testigos de la desaparición más espectacular desde que el cometa Halley se dirigió hacia el lado más lejano del sistema solar en 1910”. Fue un movimiento estratégico de un artista que comprendió el poder de la anticipación y de la mística.
1986 fue más de lo mismo. Se dijo de Jackson que era un ermitaño en su “escondite” e hizo pocas apariciones públicas.
1986 fue más de lo mismo. Se dijo de Jackson que era un ermitaño en su “escondite” e hizo pocas apariciones públicas.
En su ausencia llegó un aluvión de fantásticas historias sobre altares, cámaras hiperbáricas y huesos del Hombre Elefante. La mayoría de ellas eran inofensivas (y en realidad divertían a Jackson), pero había un lado oscuro en el contragolpe de los medios. Jackson se había convertido en el afro americano más poderoso en la historia de la industria del espectáculo. No solo había construido un imperio a través de sus álbumes con aplastantes records, mas los vídeos y las actuaciones, había resucitado las fortunas de CBS/Epic records, recargado de vida a la MTV y establecido la barrera para el espectáculo en directo. También se reservó inteligentemente todas las ganancias y la propiedad de sus grabaciones originales y con la ayuda de su abogado, John Branca, adquirió derechos de publicación, incluidas canciones de Sly and the Family Stone, Ray Charles y, por supuesto, la joya de la corona de la música popular: el catálogo ATV/Beatles.
No es coincidencia que en este preciso momento fue cuando la marea empezó a cambiar. Desde los pesos pesados de la industria y los medios, a partes iguales, había ahora sospechas, resentimiento y celos. Estaba claro que Jackson no era simplemente un ingenuo hombre-niño (como le presentaban a menudo), o un hombre que canta-y-baila, que conocía y aceptaba su lugar como un estático y sumiso “animador”. Era más listo que algunas de las más poderosas figuras de la industria. Estaba creciendo artística y financieramente. Y estaba empezando a aprender cómo ejercer su considerable poder e influencia cultural para fines sociales y políticos.
“No va a ser perdonado a la ligera por haber volteado tantas mesas”, escribió James Baldwin en 1985, “porque con toda seguridad se llevó el premio gordo y el hombre que saltó la banca de Montecarlo no tiene nada que hacer con Michael. Todo ese ruido es sobre América; como la deshonesta guardiana de la vida y salud de los negros; los negros, especialmente los hombres, en América, y de la ardiente y sepultada culpa americana, y del sexo y los roles sexuales y del pánico sexual, y del dinero, éxito y desesperación…”
La respuesta violenta, pues, no fue simplemente por las excentricidades de Jackson. Era también por el poder, el dinero y formas más sutiles de dominación cultural e institucional. En décadas precedentes a Jackson, como expuso James Brown, los artistas negros estaban todos demasiado a menudo “ en el espectáculo, pero no en el negocio del espectáculo”. Ahora Jackson era una fuerza financiera con la que tenían que vérselas. Su estatus, sin embargo, le convirtió también en un enorme objetivo.
Comenzando en 1985, los medios fueron cada vez más despiadados con el artista. “Ellos desean nuestra sangre, no nuestro dolor”, escribió Jackson en una nota en 1987. Los tabloides empezaron a menospreciarle con el apelativo de “Wacko Jacko” (un termino que Jackson despreciaba). Fue un término aplicado a la estrella en primer lugar por el tabloide británico, The Sun, en 1985, pero su etimología viene de mucho más atrás. “Jacko Macacco” era el nombre de un famoso mono usado en peleas de monos en Westminster Pit, en el Londres de 1820. Por consiguiente, el término Jacco o Jacco Macacco era propio del slang cockney para referirse a los monos en general. La palabra persistió en el siglo veinte como “Jacko Monkeys”, juego popular de niños en los años 50 en Gran Bretaña. Seguía siendo popular en los hogares británicos de los 80.
El termino “Jacko”, por tanto, no surgió de la nada, y ciertamente no era una palabra afectuosa. En los años siguientes sería usada por los tabloides y por los principales medios de un modo que no dejaba duda de sus intenciones. Incluso para aquellos que no tenían conocimiento de sus raíces y connotaciones, era obviamente usado para “distinguir”, humillar y degradar a su objetivo. Como en la escena del Hombre Invisible en “Batalla Real” de Ralph Ellison, era un proceso por el cual se reduce a Michael Jackson, el ser humano y artista a un “Jacko”, el espectáculo juglaresco para una avariciosa diversión. (Es significativo hacer notar que , mientras la palabra fue usada ampliamente por los medios blancos, fue usada raramente, si no lo fue nunca, por los periodistas negros).
Este fue el trasfondo agorero que empezó a girar en torno a Jackson y tuvo un impacto tanto en su psique como en la del público. (particularmente en los Estados Unidos). La tensión entre control y liberación o escape se filtra a través del álbum Bad y los vídeos que le acompañan.
En el corto para “Leave Me Alone”, por ejemplo, Jackson expresa profundamente la carnavalesca realidad de su vida como artista tratado como un objeto. Inspirado en parte en “Los Viajes de Gulliver”, de Jonathan Swift, un Jackson más grande que la vida está literalmente atrapado en un parque de atracciones con perros trajeados para mantenerle en su lugar. Más adelante, en el video canta desde los periódicos, los billetes de dólar y desde las historias reconstruidas por los tabloides. Es un examen perspicaz y consciente de sí mismo (y de la sociedad) de la cacería, explotación y doble percepción en la era posmoderna.
Parte de la “desaparición” de Jackson, pues, tenía que ver también con las realidades de su vida. Ya no podía pasear libremente por el mundo sin ser acosado, escrutinizado y diseccionado.
Parte de la “desaparición” de Jackson, pues, tenía que ver también con las realidades de su vida. Ya no podía pasear libremente por el mundo sin ser acosado, escrutinizado y diseccionado.
Se retiró en su trabajo. Desde 1985 hasta 1987, lejos del ojo público, estaba escribiendo y grabando prolíficamente. Las sesiones de Bad generarían finalmente más de 60 canciones en varios estados de terminación. En un momento dado consideró lanzar un triple álbum.
Jackson llamaba a su estudio de Hayvenhurst “El Laboratorio”. Aquí fue donde se creó la magia con un pequeño grupo de músicos e ingenieros, incluidos Matt Forger, John Barnes, Chris Currell y Bill Bottrell (a menudo referidos como el “Equipo-B”). Se ha convertido ahora en leyenda que Jackson escribió en el espejo de su cuarto de baño “100 millones”, el número de copias de Bad que esperaba vender. Era más del doble de lo que Thriller había vendido hasta el momento. Tal era el alcance de la ambición de Jackson.
Sin embargo, no era solo éxito comercial lo que buscaba. Jackson quería innovar. Les dijo a sus colaboradores que quería crear sonidos que el oído no hubiera escuchado jamás. Nuevos y excitantes sintetizadores entraban en escena en aquel momento, incluido el Fairlight CMI y el Synclavier PSMT. “Esto nos abría realmente hacia otro ámbito de creatividad”, recuerda el ingeniero Matt Forger. “El Fairlight tenía ese lápiz luminoso que podía dibujar una onda en la pantalla y te permitía modificar su forma. El Synclavier era solo una extensión de aquel. Muy a menudo terminábamos combinando dos elementos de sintetizadores para crear un único carácter. Podías hacer eso en el Synclavier, pero también podías ser capaz de ajustar con un excelente incremento el ataque de cada sonido. Y haciendo esto, podías realmente crear sonido. Estuvimos haciendo muchas muestras y creando nuevos sonidos y después creamos una combinación de muestras de sonidos mezcladas con un sintetizador FM”.
Jackson estaba fascinado con estas nuevas tecnologías y constantemente atento a la búsqueda de nuevos sonidos. El sonido que abre “Dirty Diana”, por ejemplo, fue creado por Denny Jaeger, un experto con el Synclavier y diseñador de Bay Area. Cuando Jackson escuchó hablar de Jaeger y su biblioteca de nuevos sonidos y sonidos ambientales, lo alistó para Bad. Los sonidos de Jaeger aparecieron en “Dirty Diana” y en “Smooth Criminal”. “Michael siempre estaba buscando algo nuevo”, dice Forger. “¿Cuánto material podíamos investigar o inventar por nosotros mismos? Había un montón. Y de eso se trataba El Laboratorio”.
Lo que hace al álbum Bad tan intemporal, sin embargo, es el modo en que Jackson fue capaz de cumplementar esta innovación tecnológica con cualidades más orgánicas y conmovedoras. En “The Way You Make Me Feel”, por ejemplo, el incesante movimiento steel-shuffling del ritmo está yuxtapuesto con toda clase de improvisaciones naturales que dan a la canción su encanto: ad-libs vocales, chasquidos de dedos, armonías de blues, gruñidos y jadeos, exclamaciones. El ingeniero de grabación Bruce Swedien, habla de cómo dejaba todos los hábitos vocales de Jackson como parte de “todo el cuadro sónico”. No quería dejar la canción “asépticamente limpia” porque perdía su efecto visceral.
En muchas maneras, Bad fue la mayoría de edad de Jackson como artista. Quincy Jones le alentó al principio para que escribiera todo el material y Jackson respondió escribiendo nueve de las once canciones que entraron en el álbum y docenas más que quedaron fuera de él. “Estudia a los grandes y te convertirás en el más grande”, escribió en una nota para sí mismo. Él hablaba de la “anatomía” de la música, de diseccionar sus partes. También estaba leyendo bastante, incluida la obra de Joseph Campbell. Quería comprender que simbolismo, mitos y motivos resonaban sobre el tiempo y por qué.
Para el momento en que llevó las demos a los Estudios Westlake, para trabajar con Quincy Jones y Bruce Swedien (el Equipo A), la mayor parte de los elementos clave de las canciones estaban en su lugar. Ahora se trataba de los detalles: pequeñas pinceladas de color, pulir, aumentar, y para disgusto de Jackson, cortar. El ingeniero ayudante Russ Ragsdale estima que se usaron más de 800 cintas multipistas para crear Bad, un número extraordinario. Un montón de sintetizadores llenaban la sala de pistas en donde Jackson trabajaba a menudo con el programador John Barnes. Las vocales eran regrabadas hasta que Jackson se quedaba satisfecho. Jackson, Quincy Jones y Bruce Swedien continuaban modificando y debatiendo decisiones hasta el último minuto antes de la fecha límite.
Y la misma atención fue hacia sus cortos cinematográficos. En sus notas sobre el vídeo Bad, Jackson indicaba que aún no estaba del todo satisfecho con la coreografía. Los movimientos debían estar tan interiorizados que no había que pensarlos en absoluto. Tenía que diluirse en los pasos y la música hasta que se convirtiera en puro sentimiento.
Mucha gente todavía no se da cuenta de la aportación que Jackson ofrecía a cada detalle de su trabajo, desde la coreografía hasta la iluminación, hasta el vestuario y la historia. Mientras ensayaba para el corto “Smooth Criminal”, Jackson explicaba elocuentemente al director Colin Chilvers y al coreógrafo Vincent Paterson la tensión y la liberación que él esperaba lograr en el puente. “Es por lo intensificamos en la cima y después vamos rebajando”, decía dando instrucciones. “Entonces, en la cumbre (efectos de sonido con la boca), con notas altas de las cuerdas. Algo simplemente para dejarse llevar por la emoción que no hemos dejado dentro (efectos de sonido con la boca). Como una trompeta o algo, sabes… para dejarse llevar por el sentimiento… quiero que la música represente el modo en que nos sentimos… que dicte nuestra emoción, nuestros estados de ánimo. Estamos expresando el modo en que cada uno se siente. Es rebelión. ¿Sabes lo que quiero decir? Estamos dejando salir lo que siempre quisimos decirle al mundo. Pasión, ira y fuego”.
Veinticinco años después los resultados hablan por sí mismos. Vídeos como “Bad” y “Smooth Criminal” están entre los de mayor calidad que los medios tienen para ofrecer. Canciones como “Man in the Mirror”, “The Way You Make Me Feel”, “Dirty Diana” y “Another Part of Me” son básicas en el amplio catálogo de Jackson. Escuchar el álbum remasterizado, incluido en el set de tres CDs que sale el 18 de septiembre, es un recuerdo de su singular gusto y personalidad. Escuchar sus propulsivas líneas de bajo, las capas de ritmo, el experimento vocal, la narrativa cinematográfica, las exclamaciones que llevan su firma y el vocabulario inventado, la pura vitalidad y alegría. Este es el pop en mayor dinamismo y queda, junto con el mejor trabajo de Prince, como uno de los mejores álbumes de los 80.
Bad es el retrato de un artista en la cima del atrevimiento, creatividad y confianza. Ahora y entonces, “el mundo entero tiene que contestar” (the whole world has to answer”).
Fuente: Portal Jackson, The Atlantic.
3 Comentarios:
muy bueno el trabjo de mj
muy creativo
se lo xtraña un montonasooo
saludos
Me gusta mucho todas las facetas de Michael Jackson en solista.
Pero creo que "Bad", Mike a pesar de los falsos rumores lucía feliz, atrevido y con muchas ganas de tener un futuro prometedor. (Creo que estas dos últimas eran algunas de las características de Jackson).
Por otro lado; me hubiera gustado ir a sus conciertos en Méjico. Aunque yo era un niño de 4 años... Soñe con tal vez haberlo conocido en persona sería algo irreemplazable y por desgracia no pude vivir la experiencia.
Tenemos su música y creo que es una de las cosas más importantes para imaginarlo vivo en nuestros recuerdos.
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